viernes, 25 de junio de 2021

Después del almuerzo

Durante las próximas clases, vamos a trabajar con algunos cuentos de Julio Cortázar y Jorge Luis Borges y analizaremos algunos recursos a los que estos autores echan mano. 

Para comenzar, leeremos el cuento "Después del almuerzo" de Julio Cortázar.




Para leer el cuento, pueden hacer click acá.


viernes, 4 de junio de 2021

Consigna de escritura basada en "Besos por Flores", "Animetal" y "Fumar debajo del agua" - Lilian

Mi barrio 

Hace muchos años, cuando era adolescente, viví en Capital en un barrio que se llamaba Villa Crespo y ahora es Palermo Queen, en una calle que se llamaba Canning y ahora es Scalabrini Ortiz, donde las casas antiguas con la ventana del living en la línea municipal se han convertido en restó de cocineros con nombre propio y los negocios de cueros de la comunidad armenia pasaron a ser outlets de marcas reconocidas.

Mi departamento quedaba a mitad de camino entre dos avenidas, Corrientes y Santa Fe, y una salida de sábado a la tarde podía ser caminar con una amiga hacia cualquiera de ellas a “ver vidrieras”, tomar un helado o un café con leche con medias lunas, si era invierno, y volver en el colectivo. También era el recorrido entre el colegio de monjas al que iba y mi casa. Cuadras con muchos plátanos que se ponían difíciles para mi alergia en algunos momentos del año, con vecinas que salían a barrer las veredas y pibes jugando a la pelota o charlado y diciendo alguna cosita medio subida de tono cuando pasaba con mi jumper y mis medias tres cuartos.

Era un barrio multicultural, convivíamos argentinos, hijos y nietos de españoles e italianos, armenios, árabes y judíos. Había negocios de cada colectividad y era una exquisitez probar las comidas típicas cada vez que alguno tenía su festividad. O ir a conversar con el religioso armenio que vivía en el tempo y nos preparaba café con “borra”.

No sé cómo será vivir ahí en este momento. Creo que se ha transformado en algo más comercial y hasta turístico. La gente lo toma como una salida recreativa, otros para comer o hacer una rica merienda, incluida yo misma.

Consigna de escritura basada en "Besos por Flores", "Animetal" y "Fumar debajo del agua" - Nora

Perdidas en el barrio de las mil casitas


En 1984, la Argentina respiraba aires de libertad y esperanza. Con mis veinte y pocos años compartía sueños con amigos y compañeros. Tal vez esa fue la edad en la que acumulé más anécdotas disparatadas, debido al desmedido entusiasmo por avanzar y la poca experiencia para enfrentar los avatares de la vida.

Con Gladys, Alicia y Patricia formábamos un equipo de estudio infalible. Preparábamos los parciales, trabajos prácticos y exámenes juntas. Nos repartíamos los textos para leer y luego cada una hacía un informe que fotocopiaba para el resto. Antes de un parcial o examen, nos reuníamos para exponer nuestros resúmenes e interpretaciones.

En el último año de la carrera, Patricia se trasladó a Córdoba y nuestro equipo se transformó en un trío desbalanceado. Coincidentemente, se incorporó a nuestra comisión una alumna que había tomado un año sabático. Invitamos a Liliana, la nueva compañera, a integrar nuestro grupo.

Alicia vivía en Ituzaingó; Gladys y yo, en Castelar; pero Liliana residía en Liniers, en la ciudad de Buenos Aires. Las tres viejas del grupo estábamos acostumbradas a viajar todos los días en el tren Sarmiento para ir a cursar al profesorado. Así que cuando le tocó a Liliana ser anfitriona, no nos pareció un desafío. Nos reunimos en la estación de Castelar, a las 14, el primer sábado de junio. Viajamos en el tren Sarmiento y nos bajamos en la estación Liniers.

Era una tarde diáfana, en la que los rayos de sol intentaban entibiar el aire otoñal. Caminamos unas cuadras por la avenida Rivadavia, esquivando vendedores ambulantes y colas de pacientes pasajeros de colectivos. Doblamos en la calle Carhué hasta Ventura Bosch. Y en ese momento entramos en un lugar encantado de la ciudad de Buenos Aires. El barrio de las Mil Casitas parecía un recorte de un pueblo holandés. Todas las viviendas eran muy parecidas, tenían una planta alta con frente sobre la línea municipal, solo las ubicadas en las esquinas tenían un pequeño jardín. Buscamos, entre las angostas calles flanqueadas por árboles desnudos, el pasaje La Cautiva. Era la hora de la siesta, por lo tanto no había ningún vecino visible a quien pedirle ayuda. Después de dar muchas vueltas, encontramos el pasaje indicado por nuestra compañera, pero la confusión continuó. Liliana había escrito con trazos apurados la dirección en mi cuaderno. Yo leía La Cautiva 720, pero Gladys y Alicia estaban convencidas que la numeración correcta era 420. En realidad, el número era un garabato; pero para la mayoría era un 4.

Nos dirigimos a la casa con la numeración 420. Tocamos el timbre y nos abrió la puerta una señora con cara de desconcierto.

Buenas tardes, somos las compañeras de Liliana se adelantó Alicia.

Nos invitó a su casa para estudiar para el parcial añadió Gladys.

Mmmmm. ¿Qué extraño? Liliana no me dijo nada respondió la dueña de casa. Pero pasen. Liliana está durmiendo, ya la llamo. Mientras tanto entren y siéntense.

Atravesamos un angosto pasillo y nos sentamos en unos cómodos sillones del living. Nos preocupó que la mujer no llamara de inmediato a Liliana. Fue a la cocina a preparar café. A los diez minutos de un incómodo silencio, volvió con una bandeja con pocillos y un plato con galletitas.

Quiero hablar con ustedes sin la presencia de Liliana. No sé si saben que está pasando un mal momento. Está muy triste y tengo miedo que tome una mala decisión nos advirtió su madre.

No sabemos nada. Hace poco que nos conocemos y tal vez no nos tiene la suficiente confianza para contarnos sus problemas aclaró Alicia.

Liliana casi no me habla. Se encierra en su habitación para llorar. Su novio la dejó para irse al sur con su mejor amiga. Pobre, sufre una doble traición. Sólo les pido que la observen y la acompañen en este momento. Si ven algún comportamiento extraño, por favor háganmelo saber nos confesó la mujer.

Por supuesto respondimos todas

Seguidamente vimos una figura bajando por las escaleras. Con un rostro pálido enmarcado por enmarañados cabellos, la joven se detuvo bruscamente y preguntó:

¿Quiénes son estas chicas?

Tus compañeras de estudio respondió la madre.

Te hicieron el cuento del tío, no son mis compañeras. Seguro son unas ladronas. Llamá a la policía alertó la recién despertada.

Pero la mujer, en vez de tomar el teléfono, levantó una silla con intención de arrojarla sobre nosotras. La joven se abalanzó con una espada que descolgó de la pared.

No sé cómo tomamos nuestras carteras y abrigos con rapidez, atravesamos el pasillo y abrimos la puerta, que por suerte tenía la llave en la cerradura. Empezamos a correr con desesperación, mientras detrás la chica nos gritaba y amenazaba con la espada.

Corrimos hasta La Cautiva 720, y sin aliento tocamos el timbre. Por suerte, nos recibió nuestra compañera Liliana, quien con asombro nos preguntó:

¿Se perdieron?

Consigna de escritura basada en "Besos por Flores", "Animetal" y "Fumar debajo del agua" - Emiliano

AURRIEDI DIEZ

Mis abuelos paternos llegaron a la Argentina a principios del siglo pasado procedentes de Cástaras (un pueblo Andaluz próximo a Granada), se radicaron en América (un pueblo de la Provincia de Bs. As. del Departamento Rivadavia próximo a La Pampa) y se ganaron la vida como trabajadores rurales. 

En 1909 nació mi papá y a los pocos años se radicaron en el barrio de Villa del Parque en Capital. Mi papá, con diez años, tuvo que adaptarse a un cambio brusco. Rápidamente hizo amigos y aprendió a jugar al AURRIEDI DIEZ un fascinante juego traído de la mano de los chicos que pertencían a las familias inglesas que trabajaban en el Ferrocarril. 

Lo que no podía suprimirse era el protocolo antes de iniciarse el juego: uno decía en alta voz "aurriedi" y el ocasional adversario respondía "diez". Pasado el tiempo, mi papá (inquieto él) quiso saber cuál era el origen de esa fórmula que los chicos argentinos respetaban para no verse privados de semejante diversión. Le costó poco. El juego era, ni más ni menos que el Fútbol, y lo que decían los ingleses era: "all ready?" y la respuesta era "yes".



Consigna de escritura basada en "Besos por Flores", "Animetal" y "Fumar debajo del agua" - Nora

Nueva Pompeya

Mis primeros años transcurrieron en un lugar donde convivían armoniosamente inmigrantes, provincianos y porteños. En el sur de la ciudad de Buenos Aires, pegado al Riachuelo, entre el puente Alsina y la avenida Caseros, el barrio de Nueva Pompeya era mi mundo. 

A principios de la década del 60, desconocía los problemas políticos que afrontaba el presidente Arturo Illía y la proximidad del golpe militar. Entonces, solo las canciones del Club del Clan, los programas de televisión y los coloridos libros de cuentos atrapaban mi atención.

Vivía con mis padres y mi pequeña hermana en un PH que formaba parte de una antigua casa chorizo de la avenida Centenera, a metros de la calle Tabaré y la esquina de “Mano Blanca”. 

Al frente del inmueble se encontraban la tienda de Bayur; un museo de cintas, botones y bobinas de hilo y la lechería de doña Magdalena, donde desayunaban y merendaban los obreros de las fábricas cercanas. 

Don Bayur, un inmigrante sirio propietario de todo el complejo, compartía el primer departamento con su esposa, Yamili, su cuñada, Anisi, y su sobrina, Adel;  tres mujeres que no dejaban de emitir  gritos  y lamentos en árabe. El segundo PH estaba ocupado por doña Magdalena, y su hija, Irma, la novia eterna de un inspector de una línea de colectivos que nunca se decidía a poner fecha de casamiento. Y en el cuartito de arriba se escondía un alemán silencioso. 

Un largo pasillo comunicaba el primer grupo de viviendas con nuestro patio y PH. Al fondo nos custodiaba un matrimonio italiano formado por don Antonio, un vendedor de ajos del mercado municipal, y doña Filomena, mi guía y compañera de aventuras.

Filomena no tenía hijos y me había adoptado como su sobrina. Me llevaba a recorrer los negocios de la avenida Sáenz y a pasear por el boulevard de la avenida Roca, frente a la fábrica de televisores donde trabajaba mi papá. Mi lugar preferido era la Iglesia de Nuestra Señora de Nueva Pompeya. En el interior del templo, me gustaba subir la escalera hasta llegar al camarín, y en el patio, disfrutaba llenar mi vasito plegable del agua que emanaba de la fuente de la Virgen negra, en realidad era una estatua metálica que se había oscurecido por el paso del tiempo.

Además, Filomena tenía alma de periodista y quería ser testigo presencial de todos los acontecimientos del barrio y, por supuesto, yo la acompañaba. Juntas vimos a los bomberos apagar el incendio que destruyó parte de la fábrica de pinturas Alba, a  las víctimas de una gran inundación del Riachuelo refugiarse sobre el puente Alsina, las secuelas de un accidente ferroviario en la estación Sáenz de la línea Belgrano, y otros que ya no recuerdo.

Pero nunca olvidaré el gran incendio que afectó la villa de la avenida Perito Moreno. Cuando llegamos, los bomberos ya habían apagado las llamas de la noche anterior. Era una mañana fría y nublada. Nos acercamos con respeto a los restos de las viviendas destruidas. Solté la mano de Filomena y me acerqué a una niña de mi misma edad, que parada sobre chapas y maderas quemadas me miraba fijamente. Sentí su dolor, desesperanza, soledad y desamparo. 

Volví a mi casa con una gran tristeza, sin saber que ese sentimiento estaría presente en los momentos oscuros que se sucederían en mi vida. Ese día terminó mi primera infancia, etapa que quedó en el barrio de Nueva Pompeya. 

Fumar abajo del agua

Seguimos trabajando el concepto de marco espaciotemporal y nos trasladamos al barrio de Puerto Madero, con el cuento "Fumar debajo del agua", de Féliz Bruzzone.

Pueden leer el texto haciendo click acá.

jueves, 3 de junio de 2021

Análisis de los cuentos por Nora Alessandrini

A partir de la lectura de los cuentos, Nora realizó un análisis de diferentes aspectos de la narrativa de estos autores, que comparto con el curso:


Cuento

"Besos por Flores"

"Animetal"

Autor 

Alejandro Parisi

Leonardo Oyola

Espacio principal

Centro comercial de Flores

KoreaTown, en el Bajo Flores

Otros espacios

Villa Lugano, el recorrido del colectivo 38, Avenida Cruz, Olivera, Ramón falcón Rivadavia, atravesando los barrios de Mataderos y Floresta

Barrios limítrofes; Boedo, villa de los paraguayos, Flores

Tiempo

Fines de la década del 80 o principio de los 90

Fines de la década del 90

Lugares significativos

Teatro Fénix, Alpina Skate, Plaza Flores, una heladería

Calles Curapaligüe, Carabobo, Castañares, Zuviría, avenida del Trabajo.  El video de Kyu-dong Min, el bar de Sangsoo Hong. La autopista. La parada de colectivos.

La basílica de la Medalla Milagrosa

Líneas de colectivos nombradas

38

7, 26 y 132

Protagonistas

Dos adolescentes de 14 años; el narrador y Gabriela, su compañera de escuela

Sang-jin Kim, “Taekwondo”, un actor coreano de pansori

Ticky-Taka, un mendigo

Una adolescente con su bebé.

Dos jóvenes a quienes les robaron un 206

El paraguayo Julio César Cabral y

Godzila, los ladrones

Vestimenta con carga simbólica

Narrador: Camisa hawaiana, zapatillas de Basquet

Gabriela: vestido de John Cook color marfil.

Chicos de Flores: chombas Lacoste color pastel y zapatillas importadas

Narrador: campera y pantalón

Ticky-Taka: Montgomery sucio, polera y papeles de diario

Víctima de robo: Campera de jean con corderito

Bandas musicales nombradas

Soda Stéreo, Los Fabulosos Cadillacs, Depeche Mode, Los Redondos, New Order

Animetal; una banda japonesa que reproducía canciones (versiones) de canciones de animé al estilo metal. 


¿Qué simboliza el barrio para el protagonista?

Flores es para el protagonista como “Disleylandia” o Las Vegas. Se siente como un inmigrante en un espacio que no le pertenece. Se deslumbra con los edificios y comercios de un barrio de la Ciudad de Buenos Aires. Se encuentra incómodo porque su vestimenta se diferencia  de la de los chicos del barrio. Pero elige ese lugar, tal vez el más lindo y exótico de los conocidos por él, para declararle su amor a Gabriela. En Villa Lugano, Gabriela es su compañera y amiga, en Flores, por un breve momento, un amor correspondido con besos. 

Sang-jin Kim, “Taekwondo”, es  un actor coreano de pansori, residente de Koreatown. Conoce la geografía del barrio, sus personajes, su idioma y costumbres. A todos aquellos que no son del barrio les hace sentir que no pertenecen a ese territorio apropiándose o dejando que otros se apropien de sus pertenencias, ya sea el auto, la ropa o la billetera. 

Defiende su identidad coreana, y se ofende si lo confunden con un japonés o un chino. El joven de origen coreano se identifica con un barrio porteño que le otorga identidad y sentido de pertenencia. 





La autopista del sur

Durante las próximas semanas, trabajaremos con el cuento "La autopista del sur". Para acceder a la lectura del cuento, pueden hace...