Vacaciones del 2018, Córdoba .
Habíamos elegido como destino un lugar soñado rodeado de montaña imponentes, árboles gigantes y el río como marco. Francisco, mi marido, propuso viajar con una pareja de amigos, Sonia y Pedro, y a mí la idea me pareció estupenda.
Esa mañana, desperté y Fran no estaba a mí lado. Miré por la ventana y lo vi conversando con Sonia. Decidí levantarme y sumarme a la charla.
—No puedo, es mí amiga, tengo que decírselo —decía Sonia.
¿A qué se refería? Decidí escuchar la conversación sin que me vieran
—No hace falta que lo sepa, ya pasaron tantos años... —siguió diciendo Fran.
—No creo lo mismo, no soy partidaria de ocultar.
—No somos nosotros los que tenemos que decírselo y menos en este momento.
—Su padre intentó decírselo el día de su partida, pero se llevó el secreto con él —dijo triste Sonia.
—Los entiendo, la amaron con su alma entera. El miedo a perderla los paralizó
—Si yo fuese Lía, quisiera que me dijeran la verdad.
Escuché mí nombre y mi corazón se transformó en un caballo desbocado. ¿Qué cosa me ocultaban? ¿Qué era lo que debía saber?¿Qué fue lo que mí padre no pudo decirme?
—Dejemos que pasen estos días. Cuando regresemos, hablaré con ella y la acompañaré en lo que decida hacer. Volvamos, ya debe haberse despertado —terminó Fran .
Miré el cielo azul, sentí la aspereza del tronco en el que me apoyaba y escuché la voz del viento que me confirmaba lo que siempre sospeché.
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