El parque estaba especialmente oscuro y desolado en este mediodía de primavera, cuando llegue, después de discutir con mi padre. Ya no escondíamos nuestro desamor. Solo una pareja conversaba. Me extrañó el tono de voz dulce, cálido, me hizo sentir protegida
—Te equivocaste de nuevo, admitilo —reclamó la mujer.
—No creo q haya sido mi error —contestó el hombre con altanería.
—¿Y los imprevistos? Tu optimismo hace que no los tengas en cuenta.
—Yo siempre busco el equilibrio. Ellos mismos se ponen los obstáculos.
—Con mas razón, si sabes eso deberías preverlos.
—Ellos tienen la capacidad de evitarlos, es su decisión dejar que los devoren.
—Eso no es del todo cierto, son como niños, tienen mucho que aprender.
—De todas maneras ya esta hecho, no puedo arreglarlo. Sabés que depende de él.
—Sí, lo sé y espero que haga algo y que no tengas problemas.
Giré para mirarlos y ya no estaban. En el parque había mucha gente y tenía su luz habitual en este mediodía de primavera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario