Durante las próximas semanas, trabajaremos con el cuento "La autopista del sur".
Para acceder a la lectura del cuento, pueden hacer click acá.
Les dejo, también, una versión oral:
Este blog funciona como archivo de los materiales de trabajo y las consignas de escritura con que los estudiantes del taller experimentan durante el curso 2021. Los talleres de Lectura y Escritura Creativa forman parte de la oferta de la Universidad de Adultos y Adultos Mayores de la Municipalidad de Morón desde el año 2018.
Durante las próximas semanas, trabajaremos con el cuento "La autopista del sur".
Para acceder a la lectura del cuento, pueden hacer click acá.
Les dejo, también, una versión oral:
Continuamos, luego del receso de invierno, con la lectura de Cortázar. En esta oportunidad, vamos a leer el cuento "Casa tomada".
Les dejo una versión oral, con la propia voz del autor:
DON FULGENCIO
Ese domingo, como todos los demás, fuimos a la plaza. La mañana de los domingos la plaza tiene un encanto particular, especialmente si es temprano. Por lo general, no hay gente y es así que uno puede adueñarse de todo.
Disfruté mucho viéndolo andar en bicicleta (tal vez porque fui yo el que le enseñó) y correr como si no le costara. Le propuse tirarse por el tobogán construido con un enorme y zigzagueante tubo, pero se negó. Para animarlo tuve la desafortunada idea de hacerlo yo. La noche anterior había llovido copiosamente y el tobogán / tubo estaba empapado. Cuando advertí el error que había cometido, ya era tarde. Solo me quedaba un camino y era completar el recorrido y asumir el despropósito, pero no fue fácil, ya que en la segunda curva quedé atorado sin posibilidades de continuar y mucho menos de retroceder. Pensé en gritar pidiendo ayuda, pero la plaza estaba desierta.
En eso, sentí unos pies que apoyados en mis hombros me empujaban librándome del aprieto. Fue así que pude llegar, no sin antes llevarme un desagradable sorpresa, ya que el último tramo es horizontal (no tiene caída) y tenía veinte centímetros de agua acumulada que tuve que sortear sentado.
Llegamos de regreso a casa tal y como si hubiéramos estado nadando en la laguna de Chascomús. Una vez en casa, y mientras me mudaba de ropa, sentí la felicidad de un niño. Mi señora, menos bonito, me dijo de todo.
"Después del almuerzo" cuenta la historia de un chico joven obligado por sus padres a pasear en el centro con “él”. Este segundo individuo no es descripto. Ignoramos por completo cuál es su naturaleza (su aspecto, su condición física y moral, etc.)
El mecanismo más evidente utilizado en
ese cuento es el vacío de información. Ya desde el principio,
resulta llamativo el hecho de que la presentación del narrador sea tan laxa.
Tenemos una sola referencia espacial (“en mi cuarto”), una indicación temporal (“después del almuerzo”) y el elemento principal de la acción “tenía que
llevarlo de paseo”.
Es gracias al punto de vista interno y
al registro de lengua que podemos componer una identidad del narrador:
corresponde a un preadolescente que estudia, recibe la autoridad de sus padres,
tiene interés en su par de zapatos amarillos… y podemos deducir algunas
características físicas y morales de sus padres.
En cambio, a lo largo del cuento, el
otro personaje aparece para el lector como algo desconocido, algo cada vez más
misterioso que no encaja con uno de nuestros referentes normales. Al contrario,
la apariencia y naturaleza de “él” está totalmente asimilada por los
personajes. Hay un desfasaje entre las informaciones que tienen y las que
nosotros lectores tenemos. Lo que es evidente para el narrador, sus padres y su
tía nos crea un misterio, una extrañeza que ellos no sienten. Hay una
diferencia de percepción entre los personajes y los lectores que nos lleva en
una incertidumbre constante.
Esta ocultación voluntaria genera
curiosidad en el lector, que intentará, por una razón natural,
caracterizarlo e identificarlo. No parece ser un animal por tener
unas conductas humanas como subirse en el metro, sentarse en un banco, comer
maníes y caramelos o abrir la ventanilla. Pero tampoco puede ser un humano
porque pasó “esa cosa horrible con el gato de los Alvarez” y porque se
percibe como un peso difícilmente controlable: “para que molestara menos”,
tiene que agarrarle, “tironear con todas mis fuerzas”. Es una
impresión reforzada por los consejos de su tía: “Y no te olvides de darle un
poco, es preferible.”
Ese problema al momento de identificar
la naturaleza de esa cosa extraña crea un ambiente siniestro que utiliza
Cortázar mezclando nuestras referencias conocidas con lo extraño, lo anormal.
Hay una duda constante sobre la
naturaleza de “él”, lo cual dispara muchas ambigüedades: el propio
término de “llevarlo a pasear” puede referirse a una mascota, una persona
anciana, enferma, niña, es decir dependiente de los demás, o alguien
constantemente encerrado… También, Cortázar finge darnos indicios añadiendo la
posibilidad de su contrario: “las palabras no las escuchaba o se
hacia el que no las escuchaba”. Además, está presente el recurso de fuentes
exteriores en las cuales el narrador se apoya para saber, sacarse de esa duda
que también tiene: “un día alguien había contado que era capaz de…”
El registro fantástico del cuento esta
creado por esta confusión de incertidumbre al identificar “lo” y se refuerza
con el comportamiento de las personas “normales” hacia él. El narrador teme el
encuentro con la masa y su reacción hacia “él”. Al no poder esquivarla en el
metro, desarrolla un gran estrés: “tenía miedo de oír alguna exclamación o
un grito”, “estaba con los nervios de punta”. Para nosotros, lectores, demuestra una cierta responsabilidad que parece pesar sobre los
hombros del preadolescente. Su aprehensión y su miedo están descritos de manera
detallada, hay una voluntad de llevar al lector en esa tensión que siente el
protagonista. Además, se aumenta con la constante preocupación del narrador de
llamar la atención hacia ellos. Esa molestia de la mirada está omnipresente
durante todo el paseo por la ciudad: el preadolescente destaca la hesitación de
los guardas o las reacciones de la gente “le hacia algún comentario a
otro, o se pegaban con el codo para llamarse la atención”. Pero vuelve a
ser una verdadera obsesión, una aprehensión instintiva: anticipa sobre las
personas que eventualmente podrían ser testigos de una escena o esquiva la
atención hasta cuando no está con “él”. La sensibilidad del narrador subraya el
traumatismo que le han causados los paseos con ese sujeto extraño y nos crea
casi un sentimiento de piedad hacia el preadolescente.
Aquí está toda la inteligencia de la obra de Cortázar. Con una simple evocación y la narración interna de un personaje frágil, el lector entra en el registro del siniestro, siente tensión, aprehensión, miedo, misterio, hesitación, compasión.
Texto adaptado de https://emiliakiara.wordpress.com/2013/03/17/cuento-despues-del-almuerzo-julio-cortazar/
Durante las próximas clases, vamos a trabajar con algunos cuentos de Julio Cortázar y Jorge Luis Borges y analizaremos algunos recursos a los que estos autores echan mano.
Para comenzar, leeremos el cuento "Después del almuerzo" de Julio Cortázar.
Mi barrio
Hace muchos años, cuando era adolescente, viví en Capital en un barrio que se llamaba Villa Crespo y ahora es Palermo Queen, en una calle que se llamaba Canning y ahora es Scalabrini Ortiz, donde las casas antiguas con la ventana del living en la línea municipal se han convertido en restó de cocineros con nombre propio y los negocios de cueros de la comunidad armenia pasaron a ser outlets de marcas reconocidas.
Mi departamento quedaba a mitad de camino entre dos avenidas, Corrientes y Santa Fe, y una salida de sábado a la tarde podía ser caminar con una amiga hacia cualquiera de ellas a “ver vidrieras”, tomar un helado o un café con leche con medias lunas, si era invierno, y volver en el colectivo. También era el recorrido entre el colegio de monjas al que iba y mi casa. Cuadras con muchos plátanos que se ponían difíciles para mi alergia en algunos momentos del año, con vecinas que salían a barrer las veredas y pibes jugando a la pelota o charlado y diciendo alguna cosita medio subida de tono cuando pasaba con mi jumper y mis medias tres cuartos.
Era un barrio multicultural, convivíamos argentinos, hijos y nietos de españoles e italianos, armenios, árabes y judíos. Había negocios de cada colectividad y era una exquisitez probar las comidas típicas cada vez que alguno tenía su festividad. O ir a conversar con el religioso armenio que vivía en el tempo y nos preparaba café con “borra”.
No sé cómo será vivir ahí en este momento. Creo que se ha transformado en algo más comercial y hasta turístico. La gente lo toma como una salida recreativa, otros para comer o hacer una rica merienda, incluida yo misma.
Durante las próximas semanas, trabajaremos con el cuento "La autopista del sur". Para acceder a la lectura del cuento, pueden hace...